Thursday, January 05, 2012

cuando vea sonreir a un corredor mañanero , pensaré seriamente en hacer footing

Comienza un nuevo gran día con unas olas impresionantes frente a mi ventana y una sonrisa en mi cara tras echarme el azúcar al primer café matutino. Cuando vea sonreír a un corredor mañanero, pensaré seriamente en hacer footing.Tiene razón, pienso.  

Me dirijo al Timanfaya y tengo el extraño honor de ser la primera turista en entrar al parque en el día de hoy. También la primera en subir a la gua gua que hace la visita. Lava, líquenes y turistas.






Al salir descubro un pequeño rincón en El Golfo, donde las olas rompen con fuerza, los bares se agolpan sobre el mar, agobiándolo casi, y uno de los pocos coches no alquilados muestra una pegatina de Asturias. La condición humana es desear lo que no se tiene. El sol calienta mi espalda mientras un par de gaviotas me sobrevuelan. Aquí sentada en una roca. Escribo. 



No me queda tiempo. Recorro el tramo entre Salinas de Janubio y Papagayo más rápido de lo que me hubiese gustado y, sin embargo, la parada en Mácher para comer  es un acierto. No sólo por el verde increible de los ojos del camarero, verde como el agua de Punta Papagayo, verde como los ojos de los gitanos del Rajastán indio, verde que corta la respiración; sino también por la pareja de viejecitos ingleses que comen a mi lado. Los únicos extranjeros con los que me he cruzado estos días que hablaban nuestro idioma perfectamente. Él enseguida me preguntó si era conejera a lo cual mi atrevida ignorancia no supo contestar hasta que me explicó el significado del gentilicio. Luego se aventuró a explicarme un pedacito de su historia en la isla. Compraron casa en Tias en el 1981, cuando los guanches vestían sin tapujos sus atuendos tradicionales y los campesinos todavía usaban camellos en sus labores del campo. La vendieron, la casa, hace unos años porque la isla se había masificado ¡Ay si este hombre conociera Benidorm!  

Pensé con nostalgia que me hubiese gustado conocer aquella isla y eché cuentas mentales de qué estaba haciendo yo por el 81. Tenía 6 años. Pensé que, definitivamente, me encantaría retirarme en un lugar donde no se pueda conducir a más de 80 kms por hora.




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