Sunday, March 31, 2013

habrá que hacerse de alcobendas...

Llega el biciregistro a Alcobendas

to an unknown friend


Yo sólo quiero aprender de ti
algo que pronto se pueda olvidar
pues algún día lo voy a contar
muy lejos de aquí, sí
a otro amigo desconocido aún 

El amigo desconocido, Radio Futura.


I do not know how we run into each other. I cannot recall, that's why I like to jot down important events, so I don't forget.

She is someone I read, I admire and I am fond of, although I have never met her.

We help each other out when we are in need of finding a new room mate, appartment, job. But I have no idea what she looks like.

She keeps me posted on her travels, experiences, movements and so do I. However I ignore the pitch of her voice.

Now, she's leaving and I have the same feeling I would have if a friend left.

Wish her the best.

Monday, March 25, 2013

de las susceptibilidades de la vida o el leer entre líneas

La sita Espe no me encontró traumas. Yo creo que no me miró bien.
 Le dijo a mi madre que lo único que tenía era ganas de hablar, muchas ganas de hablar, que me moría por hablar y que eso más que una enfermedad era una pesadez que uno tiene, como la pesadez de estómago. Vaya diagnóstico más idiota, así también hago yo diagnósticos, no te joroba. (...)
Tú imagínate que vas a hacerte un análisis de orina, 
recoges los resultados y lees:
"Es usted un plasta", firmado: El doctor Martínez.
Eso duele.

Manolito Gafotas, Elvira Lindo.

No me hagáis mucho caso, vamos, como casi siempre, pero me da la sensación de que esta semana, a parte de la Primavera y la Semana Fantástica, hemos estrenado la Gran Semana de la Susceptibilidad.

La semana se inauguró hace un par de días. En Valencia, para más señas, ciudad donde tienen a bien residir unos cuantos de mis familiares más cercanos, entre ellos, mi sobrina Zoe y su progenitora, en adelante, mi hermana.

Después de una maravillosamente soleada y resacosa tarde, amenizada por una, no menos maravillosa, pataleta de mi sobri, ¡ojo! que lo digo desde el cariño, que yo soy super fan de la pequeña Zoe. Yo, que como digo, estaba de resaca y con poco sueño a mis espaldas (inconsciente!), tuve la desafortunada mala suerte de decir en voz alta a mi hermana: Hay que educar a esta niña. Mi hermana me regaló al día siguiente a eso de las 8.30 de la mañana, vamos, para desayunar, un fantástico Sí, ya sé yo que no tengo ni idea de educar a mi hija. Ya te encargas tú de recordármelo cada vez que vienes. De poco sirvió mi yo no quería decir eso que vino después.

En momentos más susceptibles y macarras de mi vida, hubiese cogido la mochila y salido de casa para no volver en un par de meses por Valencia, porque, como dice Manolito Gafotas, eso duele. Imagino que mi hermana reitera mi opinión. En esta ocasión, me fui a hacer 1.500 metros para dejar el mal rollo en el agua, en el fondo de la piscina.

De regreso a casa,  pensé que estaría alejada de este tipo de susceptibilidades más propias de familiares que de amigos. Esta mañana mientras tomaba un té en la cocina y me regocijaba en voz alta del hecho de que me iba a quedar sola en casa esta semana santa -mis compis van a  hacer lo mimso que hace el 90% de los habitantes de esta ciudad: desaparecer-; digo que, esta mañana, a mi exclamación de ¡qué bien la casa para mi sola!, una de mis compis me responde con tono dolido, hasta un poco avinagrado diría yo. ¿Qué pasa? ¿ya nos estás echando? What´s wrong with everybody? Es como si le dijeras a alguien ¡Qué guapa estás hoy! y te contestará ¿quiere decir eso que el resto de días estoy fea? Fuck! No!  

Admito que jamás, jamás de los jamases, NUNCA, ganaré un concurso de tacto y buenos modales. Lo sé. Soy muy brusca, sin aditivos. De hecho, unos meses atrás, cuando un amante recién estrenado me espetó así, sin venir a cuento, aquello de Yo no quiero nada serio -le faltó el contigo-, con el consabido Yo-no-creo-que-follar-haga-daño-a-nadie-no-tiene-por-qué-malinterpretarse, después; Yo, igualmente directa, le contesté con un ¿quiere decir esto que no vas a follar más conmigo para no hacerme daño? Chica, yo qué sé, a mí, las cosas claras, soy de la opinión que mejor un hachazo a tiempo y sin anestesia que pildoritas edulcorantes dosificadas. Se lo advertí y, aún así, el muy tonto-el-haba, acabo haciendo lo que hacen todos: pildoritas dosificadas. Anyway... De todos modos y, conociendo mi mundialmente famoso poco tacto, ¿Por qué?¿Porqué se tiene la costumbre de:

1) Coger las palabras de el de enfrente.
2) Darles la vuelta.
3) Estrujarlas como un papel que se quiere tirar a la basura.
4) Escupirlas deformadas a los demás?

¿Por qué se lee entre líneas sólo lo que se quiere leer? Si nos ponemos en éstas, al final, va a tener una que callarse la boca. ¿quizás es eso lo que me quieran insinuar?????

Me niego a aceptarlo.

PD1: Todos los hechos de esta historia son reales pero total y libremente exagerados a mi antojo con fines literarios no lucrativos.
PD2: Así mismo, los insultos y demás improperios que puedan advertir son, simplemente, licencias poéticas.
PD3: Añado esta tercera post data, en respuesta a los recientes comentarios de un querido amigo: No, cuando hablo de un amante recién estrenado, no me refiero a un amante virgen sino al hecho de ser un amante recién conocido, de hecho, el susodicho estaba ya entradito en años: Que una es ingenua pero no tonta. :P

Monday, March 04, 2013

micro encuentros

Hace exactamente una semana, andaba apresurada por una calle peatonal del centro de la ciudad donde vivo. LLegaba un poco ajustada a una cita con el Sr. Wilson. Mis pies iban a 1.000 por hora y mi cabeza, a unas 5.000 revoluciones por minuto. De repente, entre la gente que iba sorteando, apareció uno de esos chicos que se afanan en captarnos para formar parte de ONGs.

Me interceptó a la voz de Se te ha caído un minuto mientras señalaba con su dedo índice un área imprecisa detrás de mí; instintivamente, miré a mis espaldas para buscar en el suelo aquello que suponía acababa de perder.  Cuando mi acelerada cabeza consiguió procesar sus palabras, una gran sonrisa se dibujó en mi cara, amplia y espontánea, sonrisa a la que el joven contestó con un ¡Mira qué sonrisa más bonita, párate un segundo conmigo!. El piropo no consiguió captarme para su causa pero el fugaz momento me mantuvo sonriendo hasta la entrada del cine. Y más allá.

Este mini encuentro me hizo recordar otro similar acontecido unos meses antes a la puerta de una cafetería no menos céntrica. Andaba yo ensimismada en mis pensamientos cuando una chica parada frente a aquel bar me espetó un Todas las que visten de verde, entran a tomar un café aquí. Tal aseveración hizo que me mirara al ombligo y me diera cuenta de que llevaba puesta aquella gabardina verde esmeralda que tanto me gusta. Inmediatamente rompí a reír, mi reacción hizo que hasta ella se riera. En esta ocasión, la promoción callejera tampoco funcionó, simplemente, porque aquel local me traía demasiados recuerdos no porque su simpatía no me hubiese dado ganas de entrar.