Friday, July 10, 2009

de rozar el limbo y compartir las profundidades del abismo

“Si no puedes ser pino de cumbre,

sé la mata del valle, la más linda

de las matas que van junto al arroyo;

sé el arbusto, si el árbol está arriba...

...tripulantes, sino capitanes,

que un lugar siempre guardamos en la vida.

Hay que hacer cosas grandes y pequeñas,

...pero siempre ha de hacerse la mas chica.

De no ser camino, sé el sendero,

sino el sol, sé la estrella que titila,

no busquemos tamaño en la pelea,

sino, ser el mejor en nuestras filas.”

Malloch


Hace días que me levanto con aquella canción de Abba que bailamos como locos en Granada. Hace días que me acuesto tarde y amanezco cansada pero contenta. Hace días que ando un poco desconcertada y desconcentrada. Hace días que llegó la sensación a la boca del estómago, ésa que te hace ir al baño cada dos por tres sin que en realidad tu cuerpo lo necesite. Hace días que veo señales donde no las hay, que veo fuego donde ni siquiera hay humo.

Esta mañana, tras los enredos de estos últimos días, esta mañana somnolienta de reconocimiento médico (físico) me enamoré, de nuevo, de personas vistas y revistas. Entre un café y un par de porras, R desgranó sus miserias frente a nosostros, sus espectadores inexpertos e ignorantes ávidos de su conocimiento y experiencias.

He rozado el limbo con mis dedos y también el infierno, admitió. Pero el limbo no se puede comprar y si se logra acariciar levemente, más tarde que temprano se desvanece entre los dedos. Ahora R desmiga sus miserias, defectos e intimidades con un grupo de gente anárquica que le escucha y no le juzga, que comparte sus mismas diatribas o muy similares, gente con la que puede contar día y noche y que rozó el limbo y el infierno tantas veces como él mismo. Compartir a este nivel las oscuridades del alma propia es el mejor bálsamo para las heridas.




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