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Monday, February 15, 2016

de árbol a árbol




Los árboles
¿serán acaso solidarios?

¿digamos el castaño de los campos elíseos
con el quebrancho de entre ríos
o los olivos de jaén
con los sauces de tacuarembó?

¿le avisará la encina de westfalia
al flaco alerce de tirol
que administre mejor su trementina?

y el caucho de pará
o el baobab en las márgenes del cuanza
¿provocarán al fin la verde angustia
de aquel ciprés de la mission dolores
que cabeceaba en frisco
california?

¿se sentirá el ombú en su pampa de rocío
casi un hermano de la ceiba antillana?

los de este parque o aquella floresta
¿se dirán de copa a copa que el muérdago
otrora tan sagrado entre los galos
ahora es apenas un parásito
con chupadores corticales?

¿sabrán los cedros del líbano
y los caobos de corinto
que sus voraces enemigos
no son la palma de camagüey
ni el eucalipto de tasmania
sino el hacha tenaz del leñador
la sierra de las grandes madereras
el rayo como látigo en la noche?

Mario Benedetti.

Wednesday, May 21, 2008

aquella dulce y extraña simbiosis

"Se dejaba llevar, se dejaba llevar por ti,
no esperaba jamás y no espera si no es por ti.

Nunca la oyes hablar, sólo habla contigo y nadie más,
nada puede sufrir, que él no sepa solucionar"

Azul
Antonio Vega


De pequeña sólo hablaba con Él. Él era su interlocutor con el mundo, su portavoz, su representante. A cambio de tamaño honor, Él sólo hacía lo que Ella ordenaba. Nadie más podía regir sus actos en aquel mundo que ambos compartían.

Cuando Ella necesitaba con urgencia visitar el lavabo en mitad de la clase de dibujo, le susurraba al oido, y entonces Él, presto, expresaba en voz alta sus deseos y estos eran concedidos. No parecían necesitar nada más del mundo exterior.

A su alrededor se hacían aspavientos y se juraba y perjuraba que aquello no era normal, que tenían que separarlos. La perfecta simbiosis que aquellos pequeños habían alcanzado a tan corta edad no parecía ser bien vista a los ojos de unos mayores incrédulos y cuadriculados.

Ahora viven separados por kilómetros. Nunca hablan. No recuerdan el tiempo en que Él era un recitador de deseos y Ella una ideadora de planes.

Tuesday, May 06, 2008

escribir es disparar (1)


“Coja una idea. Empiece con acción, con alguien que haga algo; con un hombre que saca una mano y abra una puerta, la luz brilla en sus ojos, un cuerpo yace en el suelo. Se vuelve, mira hacia uno y otro lado del corredor… Siempre el detalle de la acción. Retrate. Haga como en el cine. Las escenas siempre son visuales. Nada de flujo de conciencia. Nos importa un bledo lo que piensen quienesquiera que sean. Sólo nos importa lo que hagan. Que siempre estén haciendo cosas. De una escena a otra. No se preocupe si carece de sentido. Eso es para el final. Escríbame doscientas veinte páginas a máquina”

Marcel Duhamel

Entró por aquella puerta y jamás imagino que allí, de repente, todos sus antiguos miedos volverían arroyándole, como un trailer con exceso de mercancía, tirándole al suelo para arrastrarlo por enmedio de la pista de baile. No era una persona miedosa, no más que la media, al menos. En su corta vida, había osado y tentado a la suerte y a la muerte como sólo algunos héroes de ficción lo hacen y, sin embargo, aquel sitio, aquella noche, la compañía. Le estaban aterrorizado. Y reaccionó como los animales reaccionan ante el miedo, cubriéndose y enseñando los dientes a cualquier intruso.

Bernardo fue el primero en abrir la puerta del local. Una gran bola de espejos daba vueltas en lo alto del techo llenando el sitio de reflejos brillantes. La música era machacona y estridente, de la que no deja duda acerca de lo que se ha ido a hacer al lugar. Sólo algunos pájaros tempraneros pisaban la pista de baile. Llenándola con pasos bien aprendidos y recitados mentalmente. Dos, tres, cuatro... Sin dejar sitio a la improvisación, ni a la diferencia. Los rituales de este tipo le ponían nervioso, le recordaban a Bernardo lo difícil que le resultaba formar parte de algo.

Se apostó en la primera barra que encontró a su paso y decidio pidió la primera de las muchas ginebras de la noche. Intentaba calmar a la fiera, pero la fiera es difícil de sosegar una vez se despierta. Lo único que la tranquiliza es la huida hacia delante.

Bernardo no podía entender porqué su estado de ánimo había cambiado radicalmente tan solo con traspasar una puerta. Se consideraba un tipo sociable, alegre, atrevido e inteligente y, sin embargo, no podía adaptarse según a qué cosas. No podía o no quería. Era ése su diálogo interior. ¿Quería formar parte de aquella danza ancestral y, a sus ojos, ridícula?O ¿era él el ridículo por no aceptar lo que le rodeaba?

Sus hermanas parecían pasarlo en grande. A fin de cuentas había sido idea de una de ellas, salir y confraternizar un poco. Desde la muerte de sus padres, no surgían muchas ocasiones en las que verse, no surgían o no las creaban. El caso es que hacía meses que no pasaban una noche juntos. El plan no tenía mala pinta: Picar algo y luego ir a bailar.