Bangkok, aeropuerto, cajeros automáticos, un anuncio de coca cola, la gente no te empuja al salir del avión, la gente no te sonríe….Autocar al centro, al guetto turístico. Trafico, grandes anuncios de neón, mayoría aplastante de coches. No hay bicis, no hay trickshaws, no hay pick’ups comunitarios…. Porque todo el mundo corre? A donde?
El día no depara mejores expectativas. La gente no me sonríe, nadie me dice hola, nadie me pregunta de dónde soy… a nadie le importa? … No a nadie.
Estoy en Bangkok, en Kao Shan Road, probablemente el mayor centro turístico del mundo, como la calle Preciados, pero muuuuucho peor y mucho más colorista por supuesto. Esto es Asia.
Ok, estás en Tailandia, así que vete a la playa!. Me digo. El viaje es surrealista. A mi alrededor solo veo ingleses y suecas que han visto demasiadas veces a Leonardo Di Caprio en su pequeño paraíso particular y privado… y eso es lo que van buscando…..
Isla, Koh Tao, Golfo de Tailandia, no el bello mar de Andamán, había tormenta…los monzones se están acercando amenazantes, desde el sur. Bienvenidos a Ibiza! La Ibiza de los buceadores, eso si. Y yo que pensaba que en India estaban sucias las playas y que seguro que en otros sitios no iba a ser así, y maldecía de vez en cuando a mis entrañables indios, qué equivocada estaba! Un solo mar!
Mi visita a la isla, normalita, vale la pena porque tengo un bamboo hut, en el hill top, with no power, no water, no bathroom, the cheapest of the island= 80 baths. Menos de dos euros, Delicioso.
Salgo de koh Tao igual de escopetada que de Bangkok, deseando poder aprender como se dice hasta luego en thai y dejar de escuchar a niñatos que han estado 15 días en Laos y se atreven a decir que conocen el país! Ah!
Y lleguo a Kanchanaburi, famosa porque fue uno de los extremos del Death Railway en la Segunda Guerra Mundial. Vía que los japoneses construyeron a costa de muchas vidas humanas, sobre todo de birmanos y malayos, hecho no tan conocido, para unir Birmania y Tailandia y tener un paso hacia India. Los británicos habían pensado en construir esta vía ferroviaria cuando estuvieron en Birmania pero desecharon la idea por la tremenda dificultad del proyecto, 415 Kms en mitad de la jungla más profunda y peligrosa. Hoy día ni el ferrocarril conserva su trazado total, aunque todavía funcionan 100 kms en su parte tailandesa, ni la jungla es tan salvaje como entonces, pero en cualquier caso es espeluznante acercarse al famoso puente sobre el río kwae y los cementerios cercanos, solo para británicos, australianos y holandeses….
De Kanchanaburi parto hacia Sangkhlaburi, buri en thai del sur significa ciudad, a unos 18 kms de la frontera con mi amada Birmania. Toda esta zona está llena de campos de refugiados birmanos, birmanos que huyen desesperados de los malos tratos, de los trabajos forzados (no hay que irse a la Segunda Guerra Mundial para encontrar grandes horrores, la capacidad de maldad en el hombre no conoce fronteras en el tiempo ni en el espacio), de la falta de libertad, de comida, de la mala vida, de la dictadura militar…. Y me sonríen cuando les reconozco y les digo Mingalaba! Y sonríen y yo, sonrío y me llena el alma la tristeza infinita de sus ojos, las historias no contadas. Prohibidas, secretas….
Sangkhlaburi me recibe con una pareja mixta, marido tailandés y mujer Hmong y digo Hmong porque cuando pregunto, birmana o tailandesa? Hmong, me contesta, llena de orgullo…. Y en Sangkhlaburi encuentro otro pequeño refugio enfrente de un lago, un precioso lago y un poblado.
Los días pasan tranquilos paseando, cruzando el grandioso puente de madera de teka que cruza el lago y volando cometas con un grupo de niños de 10 años, les hace gracia la falang que no quiere ir a ver la pagoda y prefiere pasar con ellos toda la tarde volando cometas…. Hasta el sunset. Y qué sunset! Madre Mía! Si una cosa tiene Tailandia son unos cielos impresionantes de un azul claro con unas nubes de cuento, de dibujo infantil, o de gris plomizo que pesa y se te cae encima justo antes de la tormenta monzónica.
Y ahora aquí estoy en tierras de tribus milenarias y míticas, convertidas hoy día, por gobiernos insensibles en atracciones turísticas para guiris ávidos de aventuras y de carretes que rellenar. Chiang Rai. Tranquilidad absoluta. Masaje Tailandés, Bicicleta, Comida, lectura, una hamaca, lluvia y viajes en moto….. Todo es verde, muy verde……
Salgo de koh Tao igual de escopetada que de Bangkok, deseando poder aprender como se dice hasta luego en thai y dejar de escuchar a niñatos que han estado 15 días en Laos y se atreven a decir que conocen el país! Ah!
Y lleguo a Kanchanaburi, famosa porque fue uno de los extremos del Death Railway en la Segunda Guerra Mundial. Vía que los japoneses construyeron a costa de muchas vidas humanas, sobre todo de birmanos y malayos, hecho no tan conocido, para unir Birmania y Tailandia y tener un paso hacia India. Los británicos habían pensado en construir esta vía ferroviaria cuando estuvieron en Birmania pero desecharon la idea por la tremenda dificultad del proyecto, 415 Kms en mitad de la jungla más profunda y peligrosa. Hoy día ni el ferrocarril conserva su trazado total, aunque todavía funcionan 100 kms en su parte tailandesa, ni la jungla es tan salvaje como entonces, pero en cualquier caso es espeluznante acercarse al famoso puente sobre el río kwae y los cementerios cercanos, solo para británicos, australianos y holandeses….
De Kanchanaburi parto hacia Sangkhlaburi, buri en thai del sur significa ciudad, a unos 18 kms de la frontera con mi amada Birmania. Toda esta zona está llena de campos de refugiados birmanos, birmanos que huyen desesperados de los malos tratos, de los trabajos forzados (no hay que irse a la Segunda Guerra Mundial para encontrar grandes horrores, la capacidad de maldad en el hombre no conoce fronteras en el tiempo ni en el espacio), de la falta de libertad, de comida, de la mala vida, de la dictadura militar…. Y me sonríen cuando les reconozco y les digo Mingalaba! Y sonríen y yo, sonrío y me llena el alma la tristeza infinita de sus ojos, las historias no contadas. Prohibidas, secretas….
Sangkhlaburi me recibe con una pareja mixta, marido tailandés y mujer Hmong y digo Hmong porque cuando pregunto, birmana o tailandesa? Hmong, me contesta, llena de orgullo…. Y en Sangkhlaburi encuentro otro pequeño refugio enfrente de un lago, un precioso lago y un poblado.
Los días pasan tranquilos paseando, cruzando el grandioso puente de madera de teka que cruza el lago y volando cometas con un grupo de niños de 10 años, les hace gracia la falang que no quiere ir a ver la pagoda y prefiere pasar con ellos toda la tarde volando cometas…. Hasta el sunset. Y qué sunset! Madre Mía! Si una cosa tiene Tailandia son unos cielos impresionantes de un azul claro con unas nubes de cuento, de dibujo infantil, o de gris plomizo que pesa y se te cae encima justo antes de la tormenta monzónica.
Y ahora aquí estoy en tierras de tribus milenarias y míticas, convertidas hoy día, por gobiernos insensibles en atracciones turísticas para guiris ávidos de aventuras y de carretes que rellenar. Chiang Rai. Tranquilidad absoluta. Masaje Tailandés, Bicicleta, Comida, lectura, una hamaca, lluvia y viajes en moto….. Todo es verde, muy verde……
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