Solo el motor de una barca perturba la calma del mediodia tropical. Las chicharras sirven de banda sonora a la siesta en las hamacas. Alla, desde la ultima choza, llegan las notas arrancadas suavemente a una guitarra. El lento balanceo de mi hamaca es como una nana que adormece y tranquiliza. El chasquido de un mechero a mi lado, otro porro de marihuana.
Las palabras fluyen espesas como lava de volcan en erupcion. El aire es demasiado denso para dejarlas volar fugazmente. El pensamiento es lento, tambien.
Una foto robada, un cachito de mi que se fue con su disparador. El instante de la muerte. Me tienes, muerta.
Espanta moscas con las manos y la voz acompanya de repente a la guitarra.
Si me dijeran que es absurdo hablar asi de quien nunca existio, responderia que tampoco tengo pruebas de que Lisboa haya existido alguna vez, o lo que yo escribo, o cualquier cosa, sea lo que fuere.
Fernando Pessoa
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