Solo tienes necesidades en el alma
nunca en la intendencia ni en lo físico
Cuando mi mundo se andaba colapsando, tropezando en las mismas piedras de siempre, cayendo en los mismos errores de toda la vida. Cuando mi mundo andaba temblando, no tanto como la tierra bajo los pies de los habitantes de Sumatra o el grandioso oceano alrededor de Samoa. Tome carretera y manta, hacia lo desconocido, lejos del centro de mi caos, hacia el oeste hasta las montanyas para mas tarde girar rumbo al sur hasta la costa. Desconocido conducir en Australia, desconocido acampar en solitario en medio de los majestuosos eucaliptos que silban estruendosamente con el viento.
Las reglas son sencillas. Solo tomar carreteras secundarias. Nunca sobrepasar los 100 kms/hora. Silbar y cantar pues la radio aqui no funciona y mi tecnologia se reduce a cero (el reproductor de mp3 paso a mejor vida antes de partir y me empenye en no gastar dinero en comprar CDs en gasolineras).
Los 3 grados nocturnos que sufri en los Grampians las 3 primeras noches de esta pequenya aventura no me echaron atras. Caminar hasta el Pinnacle por rocas que parecen cerebros. El mio quizas? Caminar por impresionantes canyones bajo la lluvia y beber vino barato frente a la hoguera por la noche en un camp ground en medio del bosque. He de admitir que una de las noches sencillamente casi desisto, demasiado frio y demasiados ruidos no identificados ahi fuera.
El cuarto dia, tras atravesar de Norte a Sur los Grampians, llegue hasta uno de los extremos de la Great Ocean Road, el extremo occidental, dispuesta a recorrerla (en sentido contrario a la masa de turistas) de Oeste a Este. Un poquito mas alla, el paraiso, un mini pueblo en la costa llamado Princetown. Aquello, me parecio que era un wombat, dificil de saber a estas horas de poca luz.
Y camine y camine por acantilados junto al bello oceano. En frente a muchos kilometros la Antartida. Todas estas playas, desiertas en esta epoca. Johanna Beach, Cliffton Beach, Bald Hill Beach. Todas estas curvas en la carretera. Me recuerdan a Euskadi o a Asturias.
Conduzco lentamente, no porque quiera, que tambien, sino porque no hay muchas opciones. Ese ciclista es el mismo que he estado adelantando los dos ultimos dias. Parece que vamos al mismo rimo. Me encantaria asomar la cabeza por la ventanilla de la furgoneta y gritarle Guapo! -que es lo que haria en Espanya- pero aqui voy sentanda al otro lado de la carretera y probablemente provocaria un accidente mas que un bonito incidente a recordar por ambos, el pedaleador y la conductora.
Un grupo de koalas duermen placidamente en lo alto de las copas de unos eucaliptos en el camino al faro del Cabo Otway. Duermen y comen hojas. Ahi colgados. Dormir y comer eso es todo lo que hacen, mas o menos lo que ando haciendo yo estos dias. Dormir, comer, observar y conducir.
Y, sin quererlo, viaje de las profundidades del rainforest a la mas comercial, urbanizada, domesticada Surf Coast. El paisaje y el paisanaje cambian gradualmente. Ya no conduzco a traves de tantos arboles en los que colgarse a comer hojas y dormir la siesta, la carretera va mucho mas pegada a la costa en este tramo y tiene el tipo de curvas que parecen adorar las decenas de motoristas que han aparecido de la nada, out of the blue. Motoristas y surferos. (levanto las cejas y me sonrio de medio lado). Point Addis, Bells Beach. En Bells Beach, paro y rindo mi personal homenaje a Patrick Swayze; es en esta playa donde se rodo la escena final de Le llamaban Bodhi y donde anualmente se hace una de las competiciones mas importantes de surf del mundo. Desde aqui afuera no parece tan especial.
Terminar un poco mas alla, cuando la gran carretera del oceano, tan publicitada, ha finalizado ya. Terminar un poco mas al este, en Barwon Heads, otro pueblo fantasma en esta epoca del anyo con su maravillosa 13th Beach (agua congelada) y un molino de viento (mini).