Thursday, August 23, 2012

si abres, cierra

El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional

Abrió sus ojos somnolientos y lo primero que vió el día de su cumpleaños fue aquella cara. Se le hacía extraño, nunca le había sucedido. No solía tener alucinaciones. 

Abrió los labios, a medio camino entre un bostezo y un  grito, y se dispuso a pronunciar sus primeras palabras de un nuevo año. Había que tener cuidado, ése era un momento que jamás se repitiría en la vida. Había que seleccionarlas detenidamente, juntar las letras en la mente con precisión para conseguir decir algo a la altura de las circunstancias. Algo digno de una buena carcajada.

Abrió aquel sobre de nuevo y releyó el contenido de aquella carta. Con el tiempo se había ajado, parecía que ya no describiera nada que ella hubiese conocido ni vivido. Parecía que iba dirigida a otra persona que se había marchado, ya hacía algún tiempo, a un rincón lejano. Había desaparecido.

Abrió sus tripas, se las sacó y las puso sobre la mesa para poder desenredarlas mejor, al sol. Deseaba ser como aquel animal marino que cuando se siente amenazado se desmiembra y las dispara sin piedad a su amenaza, sabiendo que le volverán a crecer en unas semanas.

Abrió el primer cajón y descartó varias camisetas hasta que encontró aquella llena de mariposas que encajaba perfectamente con su estado de ánimo. Mariposas como  las que le bailaban por su cabeza, en general, todo el tiempo.

De esta guisa, con alucinaciones y  sin tripas, abrió la puerta de casa y se lanzó al vacío, al abismo. Sabiendo que todo volvería a su sitio, crecería de nuevo.


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