Canadá constituye realmente otra dimensión. Es innegable que sufre la presión del consumismo obsesivo del país vecino. Cuando mi madre visitó Canadá, en la década de 1960, asistió a la misa de la comunidad polaca de Toronto. Durante la misa, el padre pidió que todos rezasen por los compatriotas que sufrían bajo el comunismo en Polonia. Con la inoportunidad habitual, mi madre, que vivía en Polonia, interrumpió el sermón y explicó que iba a pedir a su parroquia de Varsovia que rezasen por los polacos que vivían en Canadá, que vivían la vida como si ésta se limitara al trayecto entre la entrada y la salida de un supermercado.
Sin embargo, la realidad es que Canadá ha mantenido una personalidad distinta y sumamente interesante. Es un caso en el que la globalización encuentra comunidades sólidamente estructuradas y una voluntad nacional que no permite que el país sea absorbido. Son cosas que pueden parecer nimias. En una visita a un supermercado de Toronto encontré una isla llena de libros. Me explicaron que se trataba de una sección de la biblioteca municipal que funciona dentro del supermercado. La lógica es simple: cuando una persona va a hacer la compra, aprovecha para coger un libro para la semana y devuelve el de la semana anterior. En términos macroeconómicos, no cabe duda que el supermercado preferiría tener una sección de cremas de belleza. Pero, en términos de calidad de vida y de ciudadanía, tener esa facilidad para acceder a los libros, poder hojearlos con los niños y despertar en ellos el interés por la cultura, aumenta de forma indiscutible la productividad social.
La esencia del enfoque es que no se trata de elegir entre el supermercado o el libro, entre el interés económico o el interés social, sino de coordinarlos. Y, en numerosos países, la coordinación de estos intereses ya se ha incorporado a las prácticas habituales de gestión de la sociedad, en torno a conceptos como asociaciones, fomento, gobierno, responsabilidad.
El mosaico partido,
La economía más allá de las ecuaciones, 2007.
Ladislau Dowbor
Se de buena tinta que en las universidades yankis, los profesores liberales tienen un binomio que forma su particular eje del mal:
ReplyDeleteCanada y Francia.
Notas:
1-en algunos casos podemos substituir Francia por Europa
2-Liberal en el sentido europeo del termino. no en el americano (y mucho menos el español)
pd: que buena pinta el libro, que envidia leer lo que uno quiere!
.... a ti te obligan a leer cosas???
ReplyDeletehasta julio si... despues la libertad!
ReplyDelete(paranoias de opositor)
w. sobchak, no entiendo bien a que profesores liberales te refieres.
ReplyDeletesi no te importa me gustaría que lo explicaras un poco más (si no te molesta). me interesa.
en españa no existe el liberalismo, existe directamente la extrema derecha.