Sunday, October 15, 2006

an angkot ride


Los angkot son pequenyas furgonetas azules que, tuneadas hasta la saciedad, recorren freneticas las calles de Pekanbaru en busca de clientes. Los viajeros esperan en cualquier punto de cualquier calle al primer angkot que convenga a hacer su recorrido.
Los viajes en angkot tienen algo especial, en los angkot, como en los autobuses o los trenes, se comparten trocitos de vida en el trayecto desde o hacia alguna parte. No importa cuanta gente viaje dentro, siempre cabe una persona mas. Es un transporte del pueblo, para el pueblo.
En mi caso, ademas, son especiales porque, no importa la atencion que preste, siempre golpeo algun miembro de mi anatomia contra alguna parte del vehiculo causando, de este modo, la carcajada generalizada de los pasajeros aunque, como soy extranjera, intentan disimular pero mi propia risa es una invitacion a la de los demas.
Los recorridos, que nunca se repiten, son trazados mentalmente por el conductor en funcion de los pasajeros que suben y bajan del vehiculo. Asi el trayecto entre dos puntos te puede llevar un dia cinco minutos y veinte al dia siguiente. Es otra cosa magica sobre los angkot, que son imprevisibles, como imprevisible es el volumen al que sonara la musica que el conductor de turno decida hacerte escuchar. A pesar del reducido cubiculo, en todo angkot siempre hay espacio suficiente para un par de altavoces desproporcionados estrategicamente ubicados bajo los asientos de los pasajeros.
Por 2.000 rupias indonesias un viaje en angkot te asegura musica de moda (a un volumen que estoy segura es perjudicial para mis ya de por si malogrados timpanos), un trayecto nuevo cada dia y calidas sonrisas de tus companyeros viajeros. Que mas se puede pedir para ir al centro a comprar?
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Angkots are tiny blue vans which ride frantically up and down the streets of Pekanbaru. Travellers wait at any point of any street for the first angkot to conform to their route.

Angkot rides have something special, on an angkot, as on coaches or trains, small pieces of life are shared on the way from or to somewhere. It doesn't matter how many people travel already inside, there's always space left for another person. In my case, they're also special because, regardless the attention I pay, I always hit some member of my body somewhere making the rest of passengers laugh at me, although, because I'm a foreigner, they try to dissimulate but my own laughter is an open invitation to theirs.
Routes are traced mentally by drivers according to the passengers onboard. Therefore the same way can take you five minutes one day and twenty the following one. This is another charming trait about angkots, they are unpredictable as unpredictable as the volume at which music will be played. Despite the minimal space, every worthwhile angkot has room enough for a couple of massive speakers strategically placed under the passengers seats.
For 2.000 rupiah, only, an angkot ride assures you music, a new route every day and warm smiles from your fellow travellers. What else could you possibly ask for?

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